Nagai sale en busca de aventuras sexuales queriendo «cazar penes». En el tren, siente la mirada de un hombre mayor sentado frente a ella. Con una sonrisa, abre lentamente las piernas, mostrando sus bragas mojadas y haciendo que él la desee.
Incapaz de contenerse ante el miembro endurecido por el estrés y el deseo del hombre, le practica una felación profunda. Tras una eyaculación en la boca y tragárselo, sigue estimulando el miembro aún erecto con sus grandes tetas.
Nagai lleva al hombre al baño de la estación y, sin poder esperar más, se sienta en el inodoro, exhibiendo su carne voluptuosa y húmeda. Recibe ansiosamente el pene del hombre, y mientras le acarician las tetas, es penetrada con fuerza, suplicando que la llenen. Luego, acepta la eyaculación interna con entusiasmo.